Estaba sola.
Sola en el mudo.
Sola con el vacío.
Tan sola estaba, que era omnipresente, era el Todo y la Nada.
Y no importaban cuantos gritos desgarradores articularan sus cuerdas vocales, ni  cuantas lagrimas saladas se escaparan de sus azules ojos -ahora  cuencas inanimadas, sin sentimiento ni visión - nada iba a cambiar esa soledad,su dolor,su miedo más profundo, el cual le oprimía el pecho y la dejaba sin respirar.
Eran solo ella y la oscuridad.
Ni luz del sol o la luna, ni los dorados y suaves pétalos de un girasol,ni voces tan queridas como las de Thommy,Jazz,su madre o su padre estaban allí para hacerle compañía,para llenar el vacío.
Estaba en la Nada.
Y ahora Ella era Nada.
Un gemido salió de sus entrañas; profundo,doloroso,angustiante …
¿Qué más podía hacer? Su peor miedo,vuelto realidad.
Entonces,entre su agudo pesar,sintió su rostro húmedo,del conocido sabor de las secretas lágrimas,llorando una dolorosa verdad.
Estaba completamente sola.
Entoncés notó cómo ,a través del prisma acuoso, un  pequeño rayo de sol se colaba entre las tinieblas y el vacío,avanzando,juguetón,esperanzante y sin prisa hacia ella.
Esperó expectante su llegada,sin asustarse,embargada de emoción,deleitándose con su recorrido y con los sentimientos que le ocasionaba,pues,aquella luz ,de cierta manera,ahuyentaba al  ahogante vacío e irradiaba una paz inexplicable,cual aire fresco en una pesada tarde de verano.
El fulgor llegó hacia ella,su cálido resplandor besó sus pies dulcemente,ascendiendo en su lenta marcha hacia su barbilla,recorrió su rostro mojado,secando con ternura sus lágrimas,
y,a continuación,se acercó a sus ojos,ahora cerrados,que esperaban el cálido toque con emoción.
Finalmente,con la caricia agradable del primer rayo de sol del día,sus ojos se abrieron y la tortuosa pesadilla se disolvió.
Suspirando aliviada,en medio de lágrimas y sudor,Marie Elizabeth Flynn García Shapiro notó como las tinieblas habían desaparecido,dejando paso a su habitación,su familiar,conocido y cálido cuarto.
La joven adolescente apartó los mechones rojos de su cara y  tocó su frente,aun exaltada por el vívido sueño,al tiempo que su mirada recorría su recuperado dormitorio,alumbrado tenuemente por la dorada luz matutina.
Pero,a pesar de la tranquilidad y el alivio que le generaba la consciencia de que todo había sido irreal,su corazón daba tumbos,agitado aún por las sensaciones de la angustiosa pesadilla,las cuales aún permanecían en su cuerpo.
Aún bajo el velo de la somnolencia,Marie se levantó de la cama,dejando que sus pies la guíaran,cual autómata,hacia el baño contiguo.
La limpia blanca e inmaculada habitación contrastaba con el aura  del oscuro sueño.
Los azulejos,blancos con detalles de pequeños girasoles en hilera, destellaban, en ánimo de tranquilizarla,haciéndola sentirse - inexplicablemente - acompañada y protegida bajo aquella entrañable burbuja de limpidez y luminosidad.
La joven se abrió paso hacia el espejo, el cual le devolvió su azul mirada,titubeante y temerosa.
Alzó una mano,hipnotizada,rozando suavemente con sus dedos el frío cristal,al tiempo de que sus ojos recorrían su apariencia,sus rasgos,retratados de forma idéntica en su "otro yo".
Primero contempló su rostro ovalado,característico de la rama materna de su familia, evocando ya en su madurez adolescente los mismos rasgos de la niña que una vez fue.
Sus ojos eran el centro de la escena,azules cual océano crepuscular,quienes carecían del habitual brillo y,en cambio,se encontraban empañados cual cristal,rojos debido a las saladas lágrimas aparecidas durante el mortífero descanso.
La muchacha finalmente se fijó en su cabello :despeinado,desarreglado e imperfecto…
Rojo,siempre rojo: un orgullo y una condena.La herencia paterna que, lamentablemente,no había traído consigo el talento,su mayor deseo.
Rojo,rojo,,rojo,rojizo,la marca de un Flynn : el color del atardecer,de las llamás,del legendario fénix,del ceibo o de la flor carmesí más hermosa que jamás se haya visto.Pero claro,Marie no pensaba eso.
A sus ojos,ella era fea;Sus ojos azules no resplandecían como mil diamantes,sino que eran apagados.Bajo su autocrítica mirada y su ánimo más pesimista (el cual,por cierto,solo guardaba para sí) su cabello era seco,imperfecto,y un tortuoso recuerdo de aquello que no era.
Sus facciones carecían de hermosura - consideraba entre suspiros- la belleza no era,ni por asomo,un rasgo suyo.Ella,se repetía, estaba desprovista de toda gracia.Y decía tener fundamentos,claro,sabía el motivo de sus inseguros pensamientos.
¿Por qué entonces nadie se fijaba en ella de forma romántica?
¿Por qué tenía que ser,siempre,en la escuela "Flynn ",la que no arranca ni una mirada?
¿Por qué ,finalmente,Marie estaba sola con su corazón?
Los temores,las dudas que la asolaban respecto a la idea del amor,del romance en sí,eran concretos; a medida de que su cuerpo de niña había cambiado por el de una adolescente y,alimentado por viejas historias de dulces promesas y pasionales sacrificios (tanto reales como ficticios) su deseo - aunque no desesperado - de experimentar el amor verdadero había crecido,año tras año,y,en los momentos en que su frágil autoestima necesitaba un golpe,aquel hecho era la primera bala,el primer reproche que se hacía…pero no era el más doloroso,ni por asomo,eso lo podría jurar.
Ella era una joven adolescente,pero,desde pequeña,la misma idea la había atacado;intermitente,incansable,una sombra de inquietud en su luminosa vida.
Su gran temor,su duda,era no poder satisfacer los estereotipos marcados para ella desde la cuna: continuar con el legado de su padre,enorgullecerlo,siendo una verdadera Flynn,una inventora,una revolucionaria que continuase con el renombrado y noble objetivo de aprovechar cada día del verano.
Desafortunadamente,para lo que ella consideraba su destino incuestionable,su derecho de nacimiento,había un obstáculo,un gran,gran obstáculo: cada día que intentaba construir algo,desde niña,esto explotaba inevitablemente.Sus caóticos proyectos solamente llegaban a algún lado si su padre,su tío o Thomas intervenían y supervisaban lo hecho.Sin ellos,sus inventos terminaban con el mismo final: Un pequeño montículo quemado de esperanza.
Por lo tanto,esa era su gran frustación,su desilusión más grande: ella no tenía vocación aún,carecía de un talento,de un objetivo de vida.
Gracias a su genética,se suponía que tendría la posibilidad de ser una gran inventora,como su padre actualmente, o alguien como su madre cuando era joven;exploradora,líder nata,agilidad para actividades manuales…¡O incluso ser una gran cocinera!
Pero no.
Todo lo que inventaba,fallaba.Apestaba como líder y la última vez que cocinó,además de explotar la cocina por intentar "darle un retoque" sin  supervisión (larga historia), habían tenido que pedir una pizza.
Finalmente,luego de haber intentado ser una cosa u otra,había entendido (¡Pero no se había rendido,eso jamás!) que nada encajaba con ella,y no lo entendía…
¡Todos tenían una vocación,u,al menos,un proyecto de vida,absolutamente TODOS!
Tommy,por ejemplo,estaba destinado a ser un gran músico;sus letras eran maravillosas y llegaban al alma de todos sus oyentes - Al menos a la joven pelirroja le parecía así - además,en su banda "Clair",recién formada junto con Jazz,Fred y Xavier,él y sus amigos parecían haber encontrado,finalmente,una actividad que les gustase.
Pero ella seguía allí.
Estancada.
Un fracaso.
Olvidada por sí misma.
Horriblemente sola…sola… otro de sus grandes miedos,recién experimentado en la reciente pesadilla.La soledad,la idea de no ser amada y ser olvidada para siempre por todos eran miedos humanos que agriaban sus días de autoestima baja,agonizando y oscureciendo su corazón inocente,dándole ánimos para nada más que enterrar su cabeza en la almohada y llorar.
Suspirando,Marie levantó desanimada su rostro,enfrentándolo a la cruda realidad que creía ver en el espejo y se echó,sin quererlo siquiera,un último vistazo,sus ojos posándose automáticamente en un detalle inadvertido casi: su boca.
Sin saber que hacía,y en pleno estado de concentración o -como diría Jazz-delirio,intentó evocar la risueña e infantil sonrisa con la que se mostraba todos los días.
Era extraño,sí,pero Marie sostenía la creencia oculta de que debía sonreír a la tormenta,por más mal que sintiera,para que los demás estuviesen  mejor y se olvidasen de sus problemas.Nadie más que ese reflejo en el espejo tenía la consciencia  de que - al menos eso creía ella - sus sonrisas en contados momentos habían sido una pantalla,un sacrificio de su felicidad por la del otro y una ilusión que simulaba ser realista (¡Justo igual que el espejo!).
Claro que ella también demostraba en público su tristeza,cuando esta concernía a sus amigos o familia - La pelirroja no llegaba a aquel nivel de hipocresía - pero opinaba que compartir sus propias inseguridades al otro sería imponer una carga con la que no quería molestar.
La chica secó sus lágrimas e intentó curvar sus labios hacía arriba,observandose minuciosamente en el cristal.
"Haz un esfuerzo,Marie…" se ordenó mentalmente,divagando su mente a cosas alegres y recuerdos dulces u soleados,ideas bien alejadas de sus tristes cavilaciones.
Por fin,tras varios minutos de intentos fallidos,el espejo le devolvía,límpida,el rastro de la anhelada expresión feliz y juguetona  de todos los días,en otras palabras,a la chica de siempre.
Lo había logrado,aunque la angustia siguiese pegada en su interior.La pelirroja esperaba que aquella sonrisa hipócrita tan esforzada trasmitiese la felicidad que deseaba compartir, aunque en ese momento no la tuviese, junto con la seguridad de la que carecía.
"Al mal tiempo,buena cara" decían,¿no? Pues bien,la frase no implicaba el corazón.Después de todo,era un pequeño sacrificio - repetía Marie - su felicidad por la de los demás,un precio que,a su juicio,era razonable pagar.
Entre esos pensamientos, mientras contemplaba absorta su reflejo,un rayo de sol travieso se coló por la pequeña ventanilla del baño,avanzando - tal como en su sueño - hacia ella.
A su marcha lenta y melodiosa,expandía su brillante pasividad por la habitación,retumbando y reflejándose en los blancos azulejos floreados,que celebraron su llegada con alegres centelleos.
El resplandor llegó ,finalmente, a Marie y,al impactar con su tibia calidez el rostro de la muchacha,un recuerdo nítido,enterrado por los años en el lugar más recóndito de su memoria,salió a la luz,formandose primero una voz joven,familiar y cargada de risueña felicidad que articulaba,al principio,cosas incomprensibles,hasta que el recuerdo se fue afinando
"¿Quién es mi pequeño rayito de sol? " exclamaba  y,en su mente,la imagen terminó de dibujarse,difusa pero clara,denotando a quien pronunciaba,con extrema alegría,tan hermosas palabras: Un rostro familar y amado,un rostro que toda su vida ella quiso hacer sentir orgulloso -sin saber que él ya lo estaba - un rostro que pertencía a su padre,a Phineas Flynn. Joven,luciendo una pequeña barbita de chivo que ella solo había conocido por fotos,su padre sonreía como jamás lo había visto sonreír; ahondado de felicidad,sus labios curvados ampliamente,dejaba,casi complacido,que unas pequñas manitos regordetas rodeasen su nariz,mientras una risa estrindente de niña resonaba por toda la sala,al momento,Marie descubrió con sorpresa que esas manos diminutas y esos bracitos sobre la cara de su joven papá pertenecían a…ella.Juzgando por las risitas de bebé y la expresión embobada de su padre, a una pequeña,ella,que aceptaba con emoción y alegría todo aquél cariño paterno.
‘"Te quiero,mi pequeña bebita,tú entraste en mi vida…" Músitó su padre,antes de que la imagen se disolviera y como último recuerdo quedase la voz de él susurrando orgulloso
‘’..como un rayo de sol’’
Marie parpadeó,asombrada y ,a la vez, reconfortada por el bonito recuerdo,sin entender bien la causa, el nudo en su pecho se había aflojado hasta desaparecer y una extraña pasividad se había extendido por su cuerpo.
Al levantar su vista hacia el espejo,la joven que le devolvió la mirada la sorprendió considerablemente,era ella claro,pero se veía…distinta.
Su corazón latió fuerte al notar que esa diferencia era que, quién  la observaba desde el espejo con los ojos como platos,era deslumbrante.
Igual de despeinada y desarreglada que antes,la chica irradiaba belleza, era una verdadera Venus pelirroja,con sus profundos ojos azules centelleando y sus pecas brillando al son de la cálida luz del sol que resplandecía en el baño.
Finalmente notó,que ninguno de esos detalles la hacían tan bonita como la sonrisa genuina y luminosa que regalaban sus labios.
Ella era…radiante.
Marie sentía que,mientras se observaba con nuevos ojos en el espejo,todas las inseguridades que la habían atormentado durante años se disolvían tan rápidamente como su oscura pesadilla,bajo la claridad de los hechos que pasaban delante de sus ojos,y que recién ahora había logrado asimilar.
Hechos que,complejos como eran en verdad,podían reducirse a una simple enumeración de palabras.
No estaba sola ni jamás lo estaría,tenía a Jazz,a Thomas y a su familia siempre junto a ella.
La joven no tenía que seguir intentando enorgullecer a su papá,por el simple hecho de que él ya estaba orgulloso de ella desde el primer momento en que la vió.
Era inútil frustrarse por no ser como sus padres,u aclamar la falta de talento,ella tenía que seguir intentando,tenía que buscar su propia vocación.De hecho,decidió que ese día se probaría a sí misma para "El Fantasma de La Ópera",la obra del colegio.
La actuación siempre le había gustado y,aunque no era buena mintiendo,siempre se había considerado buena actriz.Era hora de intentar serlo.
Ella era Marie Elizabeth Flynn García Shapiro y,aunque no lo sabía,su sonrisa era uno de sus talentos más preciados,iluminando la vida de  todos los que la rodeaban.
Quizá ya era hora de compartir ese talento con el mundo.

"Las buenas palabras, la sonrisa, y los hechos buenos, son los rayos del Sol, reflejados en el alma del hombre."

Nicolae Lorga